La angustia de la angustia

Martes, Marzo 5, 2024

De entrada, la angustia es una emoción que todos experimentamos en algún momento de nuestra vida.

¿Te has sentido alguna vez atrapado en un círculo vicioso de ansiedad y preocupación? ¿Has experimentado una sensación de opresión en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones o mareos sin una causa aparente? Si es así, es posible que hayas sufrido un episodio de angustia. Pasa, ¿no es verdad?

La angustia es un estado emocional caracterizado por una profunda inquietud, miedo o desesperación. Se trata de una reacción normal ante situaciones que percibimos como amenazantes, peligrosas o incontrolables. Sin embargo, cuando la angustia se vuelve excesiva, frecuente o irracional, puede interferir con nuestro bienestar y nuestra calidad de vida. Este es el detalle importante. Si te reconoces siempre en este estado, puede ser muy complicado salir de ahí. ¿Te ha pasado? ¿Te pasa?

Rápidamente veremos: qué es la angustia, sus causas y sus consecuencias, y cómo se puede afrontarla de manera efectiva. Mi objetivo es que comprendas mejor este fenómeno y que puedas manejarlo con mayor confianza y tranquilidad.

¿Qué es la angustia?

La angustia es una emoción compleja que implica tanto componentes fisiológicos como psicológicos, o sea, cuerpo y mente.

Por un lado, la angustia activa el sistema nervioso simpático, que prepara al organismo para la acción ante una situación de emergencia. Esto se traduce en una serie de cambios corporales, como el aumento de la frecuencia cardíaca, presión arterial, respiración y sudoración, dilatación de las pupilas, tensión muscular y liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol.

Aquí se puede entender por qué el cansancio, la frustración, confusión y demás síntomas que se presentan. Si todo es un peligro, tiendes a reaccionar ante eso ¿cómo puedes pensar con claridad?

Por otro lado, la angustia también implica un componente cognitivo, que se refiere a los pensamientos, creencias y las interpretaciones que hacemos sobre la situación que nos genera malestar. Estos pensamientos suelen ser negativos, catastrofistas, poco realistas, y nos hacen sentir vulnerables, impotentes o incapaces de afrontar el problema.

La angustia también tiene además un componente conductual, que se manifiesta en la forma en que reaccionamos ante el estímulo que nos provoca ansiedad. Algunas personas pueden adoptar una actitud de evasión o huida, tratando de escapar o alejarse de la situación temida. Otras pueden mostrar una conducta de enfrentamiento o lucha, intentando resolver o controlar el problema. Y otras pueden quedar paralizadas o bloqueadas, sin saber qué hacer ni cómo actuar.

Causas de la angustia

La angustia puede tener múltiples causas, tanto internas como externas.

Algunas de las causas internas son:

  • Personalidad: algunas personas tienen un temperamento más ansioso, nervioso o inseguro que otras, lo que les hace más propensas a experimentar angustia ante situaciones ambiguas o inciertas.
  • Historia personal: algunas experiencias traumáticas o negativas vividas en el pasado pueden generar un aprendizaje asociativo entre ciertos estímulos y la respuesta de angustia. Por ejemplo, si alguien sufrió un accidente de coche, puede sentir angustia cada vez que se sube a un vehículo o ve uno similar al que tuvo el accidente.
  • Factores biológicos: algunos trastornos orgánicos o alteraciones hormonales pueden provocar síntomas físicos similares a los de la angustia, lo que puede generar confusión o preocupación en la persona. Por ejemplo, algunas enfermedades cardíacas, respiratorias o endocrinas pueden causar taquicardia, dificultad para respirar o sudoración excesiva.
  • Factores psicológicos: algunos trastornos mentales o emocionales pueden favorecer la aparición de angustia. Por ejemplo, los trastornos de ansiedad (como el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad generalizada o las fobias), los trastornos del estado de ánimo (como la depresión o el trastorno bipolar) o los trastornos de personalidad (como el trastorno límite o el trastorno obsesivo-compulsivo).

Algunas de las causas externas son:

  • Estrés: el estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que suponen una demanda o un desafío. Sin embargo, cuando el estrés es excesivo, prolongado o mal gestionado, puede generar angustia. Algunas fuentes de estrés pueden ser el trabajo, la familia, los estudios, las relaciones sociales, los problemas económicos o de salud, etc.
  • Acontecimientos vitales: algunos sucesos que ocurren a lo largo de la vida pueden generar angustia por su impacto emocional o por el cambio que suponen. Algunos ejemplos son la pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental, un cambio de residencia, un nacimiento, una enfermedad, etc.
  • Estímulos ambientales: algunos elementos del entorno pueden provocar angustia por su naturaleza o por su asociación con experiencias previas. Algunos ejemplos son los ruidos fuertes, las alturas, los espacios cerrados, los animales, las agujas, la sangre, etc.

Consecuencias de la angustia

La angustia puede tener efectos negativos tanto a nivel físico como psicológico y social. Algunas de las consecuencias de la angustia son:

  • A nivel físico la angustia puede provocar síntomas como dolor de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea, insomnio, fatiga, debilidad, temblores, contracturas musculares, etc. Además, la angustia crónica puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, digestivas, respiratorias o inmunológicas.
  • A nivel psicológico la angustia puede afectar al estado de ánimo, generando tristeza, irritabilidad, frustración o culpa. También puede afectar a la autoestima, provocando sentimientos de inferioridad, inseguridad o incompetencia. Asimismo, la angustia puede alterar el funcionamiento cognitivo, dificultando la atención, la concentración, la memoria o la toma de decisiones.
  • A nivel social la angustia puede repercutir en las relaciones interpersonales, causando aislamiento, rechazo o conflicto. También puede interferir con el desempeño laboral o académico, reduciendo el rendimiento, la productividad o la calidad del trabajo. Además, la angustia puede limitar las actividades de ocio o placer, disminuyendo el disfrute y el bienestar.

¿Cómo afrontar la angustia?

La angustia es una emoción normal y adaptativa que nos ayuda a reaccionar ante situaciones difíciles o amenazantes. Sin embargo, cuando se vuelve excesiva o irracional, puede convertirse en un problema que afecta a nuestra salud y a nuestra calidad de vida. Por eso, es importante aprender a afrontarla de manera efectiva y saludable.

A continuación, te ofrezco algunas estrategias que pueden ayudarte a manejar la angustia:

  • Reconoce y acepta tu emoción. No la niegues ni la reprimas, sino que trata de entender qué la está provocando y qué mensaje te está enviando. La angustia suele ser una señal de que algo en tu vida necesita cambiar o mejorar.
  • Exprésate y comparte lo que sientes. Busca el apoyo de personas de confianza que te escuchen y te comprendan, como familiares, amigos o un terapeuta. No te aísles ni te guardes tu angustia, sino que busca desahogarte y recibir consejo o consuelo.
  • Practica técnicas de relajación. Respira profundamente, medita, haz yoga, escucha música relajante o haz cualquier actividad que te ayude a calmarte y a reducir el estrés. La relajación te ayudará a disminuir la tensión física y mental que genera la angustia. Todas estas técnicas tienen como objetivo el que te enfoques en ti mismo en el momento y no pensar en el pasado o el futuro sino en el momento presente.
  • Cuida tu cuerpo y tu mente. Lleva una alimentación saludable, duerme lo suficiente, haz ejercicio regularmente y evita el consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias que puedan alterar tu estado de ánimo. Estos hábitos te ayudarán a fortalecer tu sistema inmunológico y a mejorar tu autoestima.
  • Busca el lado positivo de las cosas. Intenta ver las situaciones difíciles como oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal. No te quedes en lo negativo ni en lo que no puedes cambiar, sino enfócate en lo que sí puedes hacer y en lo que te hace feliz. Aunque parezca mentira y sea algo de lo más complicado de ver en esos momentos, siempre hay un lado positivo de todo.

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